Aún reucerdo como si fuese hoy mismo, la primera vez que escuché una canción de Bruce Springsteen. Fue en el ya lejano verano del 81 en una vieja radio en un pueblo de Granada. La canción era Born To Run y el programa se llamaba Don Domingo en RNE. Yo por entonces, era un adolescente que empezaba a descubrir la magia del Rock and Roll y aquel tipo que se desgañitaba cantando me enganchó desde ese momento: su voz desgarrada y el poder atronador de la banda que le acompañaba me dejaron K.O. y me lanzaron a comprarme aquel disco y posteriormente todos los que había publicado hasta la fecha. Posteriormente, los años han ido pasando, pero en ningún momento ha menguado mi admiración por un cantante que se entrega en cada concierto y para el que su público es la verdadera razón de seguir ahí año tras año.
Los que disfrutamos con su música y hemos crecido con ella sabemos que Bruce forma parte de nuestras vidas y que nos ha acompañado en los buenos y en los malos momentos. Cada una de sus canciones para un fan tiene un significado más allá de lo que ésta quiera decirnos, tiene un significado existencial que nos retrotae a momentos vividos.
Si tu eres fan de Bruce, entonces no tengo que explicarte nada más; si no lo eres, todo lo que aquí estás leyendo te sonará extraño. Sólo te pido que te empapes de su música y luego me cuentas. Nos vemos.
Los que disfrutamos con su música y hemos crecido con ella sabemos que Bruce forma parte de nuestras vidas y que nos ha acompañado en los buenos y en los malos momentos. Cada una de sus canciones para un fan tiene un significado más allá de lo que ésta quiera decirnos, tiene un significado existencial que nos retrotae a momentos vividos.
Si tu eres fan de Bruce, entonces no tengo que explicarte nada más; si no lo eres, todo lo que aquí estás leyendo te sonará extraño. Sólo te pido que te empapes de su música y luego me cuentas. Nos vemos.
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