Ayer, mi mujer y yo, acudimos a ver la película Deliver Me From Nowhere, que narra el proceso creativo de Springsteen previo a la publicación del álbum Nebraska. El film está inspirado en el libro del mismo título escrito por Warren Zanes.
Nos encontramos ante una obra oscura y profunda que para los seguidores de Bruce, más desconocedores de su biografía, les impactará y sorprenderá ya que se adentra en las obsesiones, miedos y traumas del artista.
Con retazos en blanco y negro que hacen referencia a su infancia y a su relación con su padre, la película nos va marcando ya lo que acabará configurando una parte del carácter no muy conocido de Springsteen: sus depresiones. Su padre Douglas, interpretado por Stephen Graham, al igual que algunos miembros de su familia, han sufrido problemas mentales, algo que a Bruce siempre le ha acompañado y atormentado.
Pero, además de todo lo relatado hasta aquí, quizá lo más jugoso de la cinta es el proceso de composición y grabación de la maqueta, en una grabadora de cuatro pistas, que luego dará lugar al álbum Nebraska.
Descubrimos a una estrella de rock vulnerable y depresiva que vierte en un puñado de canciones desgarradoras y en formato acústico su estado de ánimo en ese momento y que, luchando contra unos y contra otros, ve realizado su deseo de publicarlas tal y cómo fueron concebidas y con el mismo sonido que salía del casete en el que fueron grabadas.
La interpretación de Jeremy Allen White como Springsteen es descomunal. No cae en una mera imitación del artista sino que hace una recreación muy personal del mismo. La credibilidad y autenticidad que transmite, hace creerte al personaje y empatizar con él. El hecho de que en varias escenas de la película cante y toque la guitarra, dicen que aprendió a tocarla para la ocasión, acrecienta su magnetismo con el espectador. El trabajo de Jeremy Strong como Jon Landau, productor, manager y amigo personal del artista, es también muy convincente y nos muestra el lado más oscuro de la industria musical: los despachos, las negociaciones a cara de perro y el desenfrenado interés económico de las compañías.
¿Vale la pena ver la película? Por supuesto. ¿Disfrutarán más de ella los que conocen la obra y la biografía del artista? Sin duda. Para los amantes del cine, sean fans o no de Bruce, es una oportunidad única para descubrir el lado más humano de un gran artista: sus miedos y sus fobias.

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